La generación de los enchufados, electrónicos e hiperconectados

PARA REFLEXIONAR:    

  EL 86 POR CIENTO DE LOS JOVENES PORTEÑOS DE CLASE MEDIA 
TIENE CELULAR Y EL 82 POR CIENTO, COMPUTADORA

            El acceso masivo en los adolescentes a las tecnologías de la informática y la comunicación genera mundos paralelos invisibles para los adultos, según una encuesta de la Fundación Diagonal Sur. Sin embargo, no existen puentes que relacionen esta apropiación de la tecnología y la educación.

            Malena no deja en paz a su padre. A los doce años su estrategia es no parar hasta que él, como ya hicieron la mayoría de sus amiguitas de la escuela, haga el desembolso para un celular con cámara fotográfica. La nena ya se adapta, en la primaria, a lo que una encuesta a la que accedió Página/12 revela –o confirma–: el 86 por ciento de los estudiantes secundarios de clase media de la ciudad de Buenos Aires –pibes de entre 13 y 19– tiene celular. El 82 por ciento dice tener computadora en la casa, y de ellos ocho de cada diez tienen conexión a Internet. El estudio, realizado entre casi 400 alumnos de 40 escuelas de toda la Capital, indaga en la relación entre adolescentes y tecnología, y sobre su impacto en la subjetividad de los chicos. No les importa la escuela. Usan para fortalecer sus vínculos a las herramientas que sus padres les compran para controlarlos, ensoñados con el ascenso social de sus hijos, o esperanzados en su mejor rendimiento. “Lo que más sorprende de la encuesta es que demuestra cómo a través de la tecnología los chicos pueden crear mundos paralelos invisibles para los adultos”, dice el sociólogo Carlos De Angelis, de la Fundación Diagonal Sur, quien dirigió la investigación.

           La urgencia de Malena la llevó a sostener una estrategia. Llamar a su padre a lo largo del día en distintos momentos, cada vez que cree que su ansiedad estallará para recordarle su compromiso y pedirle premura. El le dijo que lo pensará. “¿Ya lo pensaste?”. El se muestra horrorizado por la edad a la que le exigen el fetiche masivo. Pero en el fondo sabe que, aunque con condiciones, deberá acceder. “Los padres los están regalando como premio por pasar al secundario”, dice De Angelis. Ana Wortman, socióloga, titular de la cátedra de Sociedad de Consumo de la UBA, cree que se trata de un juego que en realidad proponen, al menos de forma masiva, los padres en busca de objetivos distintos a los de los adolescentes. “Se fortaleció la idea de comprarles un celular a los doce años con una fantasía de control. Pero además, hay una actitud consumista global. Según observamos en seminarios latinoamericanos en lugares como Colombia –donde los índices de criminalidad son diez veces peores que los argentinos– también los padres regalan celulares que sus hijos usan para enviarse permanentemente mensajes de textos como una función lúdica”, sostiene Wortman, quien escribió el libro Imágenes publicitarias/Nuevos burgueses.

Hiperconectados

           En sociología el fenómeno que describe la especialista se lo llama “consumo conspicuo”. De Angelis cree que se trata de un fuerte “efecto demostrativo” en el que se comienza con el celular, pero se continúa hacia el i-POD o el MP3. “La computadora y el celular son los elementos que en este momento más representan el consumo de la clase media argentina. Tienen un valor muy simbólico, y se compran por contagio”, dice. De la encuesta se desprende que además de estos productos el 72 por ciento de los adolescentes tiene walkman o discman, y el 30 el chiche del momento, el i-POD o MP3. En sus casas, casi seis de cada diez tiene DVD, y más de cinco cada diez Play Station. Así como las mujeres usan más el celular que los hombres –el 98 por ciento–, son los más chicos, de entre 13 y 16, los que más lo llevan encima.
                La conexión a Internet no sólo es masiva –es la segunda actividad de tiempo libre más frecuente–, sino que además les demanda bastante o mucho tiempo. El 45 por ciento confiesa pasar entre dos y tres horas frente a la pantalla, y el 23 más de cuatro horas. Sólo el 3 por ciento no se conecta jamás. Claro que son los hombres más que las mujeres y los chicos más que los más grandes los que están más enchufados a la red. “Contrariamente a los preceptos y los prejuicios, no puede afirmarse la hipótesis que a mayor nivel de uso de la PC, peor es el rendimiento escolar”, dice el informe de Diagonal Sur. Lo que sí queda en evidencia es el aburrimiento impresionante que les produce a los adolescentes la lectura. Sólo para el 2 por ciento es el mayor placer, para un 4 por ciento la segunda actividad preferida y para un dos por ciento la tercera. Arriba en el ranking de lo que prefieren hacer en su tiempo libre está el rubro “escuchar música”. El 54,2 por ciento la considera su principal actividad en el tiempo libre. Las chicas admiten preferir las actividades sociales el doble que ellos y escuchan más música. Los varones le dan una importancia mayor al deporte y menos a las salidas. El estudio aclara que “se ve que quienes pasan más de cuatro horas diarias frente a la PC son los que menos actividades sociales y deportivas realizan y al mismo tiempo son los más propensos a encontrar entretenimientos en los aparatos electrónicos”.

Amistades

              Si la lectura parece ser parte de un universo de los adultos, la escuela aparece en crisis como un espacio de aprendizaje apreciado por los adolescentes. Es más bien, según las cifras, un lugar de sociabilización. Casi el 60 por ciento contesta a la pregunta “¿Qué es lo que más te interesa del colegio?” con: “amigos”, “nada”, “las horas libres” o “el recreo”. Detrás aparecen los ítem “adquirir conocimientos” (7 por ciento). Entre las materias ranquean las “ciencias sociales” con una buena performance teniendo en cuenta el nivel de desinterés (6,81 por ciento) y en el fondo de las preferencias y de manera paradójica la materia que, atenti los datos, debería en-can-tar-les: informática (sólo 2,88 por ciento). Wortman observa el desinterés por lo escolar sin asombros inocentes. “El sistema educativo plantea el problema de no incorporar creativamente las nuevas tecnologías. Y seguramente hay falta de diálogo entre varias escenas; si no, no se entiende que no les guste informática”, opina.

           “No les importa la escuela, les es indiferente, sólo les importan los amigos”, define el encuestador. “No es algo para celebrar –dice la socióloga–. Pero tampoco creo que sea un problema para culpabilizar a la escuela. No me sorprendió, esto se constata cotidianamente, estudian muy poco y les produce más atracción la computadora. Tienen poca curiosidad por saber y conocer”.

             En ese sentido De Angelis considera que, contra lo que han pretendido dos o tres generaciones de padres, los chicos no estudian con la compu, sino que “se relacionan con ella”. “Usan las herramientas tecnológicas para fortalecer sus grupos –dice–, para hacer sus vínculos más sólidos. Son más bien nucleares. Definitivamente lo que a esta generación más le importa son los amigos. Para eso usan lo que les dan los padres, para mantenerse comunicados, lúdicamente, con los pares. La escuela es algo que les resulta indiferente. Es un mundo nuevo que uno intuye, pero que aún está ausente desde las políticas públicas”.

Ciberamistades

            Las herramientas están: si el 86 por ciento de los encuestados tienen computadora en la casa, de ellos sólo el catorce por ciento no tiene conexión. Es fuerte el crecimiento de la banda ancha (26 por ciento tiene ADSL y 38 por ciento cable módem). La conexión telefónica está en retirada (22 por ciento). No conformes con tener compu y conección, para huir de padres molestos, los chicos usan el cíber. Cuatro de cada diez de los que poseen la PC igual usan el cíber público. Para la mayoría lo importante no es sólo acceder a información (sólo el 5,5 por ciento la busca) o usar el correo electrónico (apenas el 3,4 se envía e-mails), sino la instantaneidad de los mensajes. El 36,65 por ciento chatea. O visita páginas. En orden de preferencias: las musicales –el gran dato es que el 76 por ciento baja archivos de la web–, los buscadores, los deportes, y los flamantes “Flog” o “Fotolog”, un accesible sitio personal que permite exponer fotografías y comentarios, actualizados a diario.
        En el fondo, los diarios: los adolescentes no los ven apetecibles, apenas el 2,36 por ciento dice leerlos habitualmente en pantalla.
        Hace diez años este diario publicó la historia de dos biólogos que en los albores de Internet se conocieron en un foro de la red. Se casaron y fueron noticia. Hoy el método cíber se convirtió en una nueva y central manera de conocer a otros. El 40 por ciento de los adolescentes reconoce que conoció gente por la red. Y de ellos casi el ciento por ciento continúa esas relaciones en diversos formatos. Los más se vieron tras el primer contacto virtual y continúan como amigos (36 por ciento). Los menos continúan como ciberamigos (32 por ciento). O son compañeros de chateo, novios (el 7 por ciento lo consiguió por la red), o cibernovios, una categoría virtual del corazón moderno.

       Si el padre de Malena lee esta nota puede que acceda al reclamo de la púber. Los especialistas coinciden en que es tal la manera en que se ha insertado la tecnología en la vida adolescente que no tener un celular resulta un estigma en ciertos sectores. “Mi amiguita ya lo tiene”, dice la nena, y ve cómo su compañera de banco saca fotos con el celu y las manda a sus amigos o las sube a un flog. “Son formas lúdicas, pero lo lúdico a veces también es creativo. No tendría una mirada negativa o apocalíptica en el sentido de que esto potenciaría la ignorancia o la frivolidad –propone Ana Wortman–. Hay ciertas formas de la racionalidad que han sido muy autoritarias. Quizás podamos ver nuevas maneras de decir en esta alianza con la tecnología propuesta por padres y capturada por los chicos”.

                                                                                                Cristian Alarcón
                                                                                                     Página 12